El 28 de junio de 1883 Oscar Wilde se presentó ante los estudiantes de arte de la Royal Academy of Arts en Westminister, Reino Unido. Entre otras cuestiones (y un poco entre líneas) ronda durante toda su lectura la pregunta ¿el artista nace, o el artista se hace?
¿Importa más tener talento, o importa más el trabajo, la disciplina y la constancia para ser artista? La misma pregunta aplica para el arquitecto, diseñador, poeta, médico, etc., al final, etimológicamente hablando, arte y técnica son lo mismo, un término en latín, el otro en griego. Ambos aluden a la noción de hacer, crear, producir, de refinar los procesos para alcanzar la excelencia creativa y productiva.
Entonces, ¿talento o disciplina? La respuesta lógica, muchos de ustedes dirán, es ambas.
Lo cierto es que ni todos tenemos el talento, ni todos tenemos la disciplina. No hay escuelas de talento, éste no se puede enseñar y tampoco se puede transmitir, es esta la noción de genio. En un documental holandés acerca de Frank Zappa, Steve Vai define al genio como “aquella persona que es capaz de invocar a la inspiración y utilizarla de manera simple y orgánica en el momento que desee”, ¿cómo enseñar o transmitir esto? Por eso Oscar Wilde asegura que “no existe tampoco escuela de arte. Hay únicamente artistas, y esto es todo”.
Enero de 2022, ¿cuántos de nosotros no acabamos (o estamos en proceso) de reorganizar nuestras actividades? Es el mes de la planificación, los nuevos propósitos, de establecer los cambios de vida necesarios para obtener mejores resultados, todo lo anterior, disciplinándonos. Pero si fuéramos disciplinados no tendríamos que repetir —con harta ingenuidad— este proceso año tras año. Hace falta un verdadero propósito, un fervoroso deseo, una situación de vida o muerte para hacer de la disciplina un hábito. No se queden con la noción (al parecer exagerada) de vivir o morir como presencia física en el mundo, sino como lo dice Oscar Wilde, “lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”.
Creo entender, después de haber releído la conferencia del genio dublinés, que la calidad y autenticidad del artista dependen primordialmente de la voluntad, del deseo, de la necesidad de crear, se tenga o no talento, se acate una férrea o ligera disciplina. Crear porque no se tiene otra opción.
“Pero el arte no fue nunca, por lo demás, fácil”, dice Wilde. La tentación de alcanzar el reconocimiento utilizando como burda medida tan sólo en el éxito comercial y la popularidad están siempre al acecho. En el escenario artístico de una sociedad decadente (como la nuestra o como la de Londres de finales del siglo XIX) “la popularidad es la corona de laurel que el mundo teje para el arte malo. Todo lo popular es falso”.
Crear involucra exprimir hasta la última gota de talento que se tenga —si se tiene—, aplicar cualquier medida disciplinaria que se haya establecido y, ante todo, tener voz propia y voluntad. El discurso auténtico del artista, ese que surge desde la imposibilidad de no poder callar, es único e irrepetible, vigente e inmortal.
Me maravilla estar rodeado de artistas. Tengo la fortuna de moverme entre ellos, en el trabajo, la escuela, en escenarios artísticos, pero también en el día a día. Me queda claro que la relación de cada uno de ellos con su quehacer creativo es peculiar, particular, otra vez, única.
En Tipos Libres hay artistas, talentosos unos, disciplinados otros, pero también hay quienes han conseguido maridar en forma virtuosa esta difícil coincidencia. Y también hay genios. Una de las grandes ventajas que tenemos sobre otros estudios es que hemos sabido manejar estos talentos, aprovechamos las habilidades de unos para suplir las carencias de otros, donde uno es débil, el otro es fuerte.
Para el artista solitario esta no es opción, debe tratar de velar por todos sus intereses a la vez, sin descuidar uno u otro, sólo así la obra de arte verá la luz. Les dejo con algunas palabras más de Oscar Wilde y la referida lectura a los estudiantes de arte, espero que les motiven y tengan el impacto que han tenido en mí:
Si sois fielmente un artista, no seréis el portavoz de un siglo, sino el dueño de la eternidad. […] Lo que vosotros, [artistas] tenéis que [representar] no son las cosas tales como son, sino como no son […] existís como artistas, no para copiar la belleza, sino para crearla en vuestro arte. […] Si un hombre es artista, puede pintarlo todo.
Que buena reflexión Ramón, como siempre tienes las palabras exactas para emocionarnos con lo que nos quieres decir.