Cuando estaba empezando la carrera veía que faltaba mucho tiempo para que llegara el día en que tendría que buscar dónde realizar mis prácticas y, en un abrir y cerrar de ojos, hoy me encuentro realizándolas en Tipos Libres.
Hola, soy Lupita Primero –sí, lo sé, tengo un apellido muy peculiar– pero para Eduardo, el Tipo mayor, soy Lupita Segunda. Probablemente se preguntarán por qué, pues por el simple hecho de que hay otra persona que se llama igual y, como yo llegué después… Lo más chistoso es que se enteró hasta después de re-bautizarme que me apellido así.
Soy una aprendiz que está en proceso de ser mejor diseñadora y aprendiendo la vida real del mundo del diseño, y vaya que es muy diferente a lo que vi en la escuela. Actualmente me encuentro en el último semestre de la carrera, y por lo tanto, en el momento de realizar mis prácticas. Para mi fortuna, éstas han sido muy diferentes (eso era lo que pensaba) ya que seguimos en medio de una pandemia, la escuela estableció que tendrían que ser en modalidad home office. Mi deseo era estar físicamente en el estudio, aunque sabía que esto sería muy poco probable; resignada, pensaba que no iba a vivir una experiencia completa estando en línea, me veía trabajando en casa, en mi cuarto, sentada frente a la computadora en pijama esperando a recibir indicaciones acerca de lo que tendría que hacer y, quizá, una que otra video-llamada por Zoom. Sé que para muchos esto suena increíble y muy a gusto pero, ahora estando aquí presente en el estudio, créanme que no estaría aprendiendo ni la mitad de lo que es vivirlo presencialmente. Para mí gran sorpresa, no, no estoy en mi cuarto con la pijama puesta, como yo me imaginaba.
Y aquí viene la pregunta, ¿cómo llegue aquí? Bueno, yo tenía muy en claro que quería estar en un estudio de diseño, para mí representaba la oportunidad de seguir aprendiendo, de seguir mejorando, de demostrarle a todos y a mí misma de lo soy capaz. Siendo sincera, tenía un poco de miedo de entrar a Tipos Libres, ¿por qué? En primera conozco a Omar y a Estela, ambos fueron mis profesores en la uni y gracias a ellos conocí Tipos Libres, ellos me enseñaron el trabajo que realizan aquí, cómo lo llevan a cabo y el resultado final, entonces pensé: “wow, yo quiero llegar algún día a tener ese nivel”.
Pero ese no es motivo ni impedimento para estar aquí, estarán ustedes pensando, pues no, solo sentía algo de presión por hacer las cosas bien. En segundo lugar sabía que es un estudio muy reconocido, con mucha experiencia, con excelentes trabajos, entonces tenía aún más presión y nervios; así que, un viernes por la mañana, dándome motivación personal, agarré valor y decidí mandarle mensaje a Estela diciéndole que si había un lugar para realizar las prácticas con ellos. Durante la video-llamada me dijeron “las prácticas son presenciales, ¿no te importa?”, en ese momento me dije “adiós cuarto y adiós pijama”, la conversación terminó con un ¿cuándo empiezas?
Así que agarré mis cosas, dejé mi casa en San Juan del Río, la cuidad donde vivo, y me vine a rentar a Milenio con la suerte de encontrar un casa a 10 minutos del estudio; todo se ha ido dando, estoy feliz con esta nueva etapa que me ha tocado vivir, aprendiendo y trabajando para un estudio, aunque todavía un poco nerviosa de lo que pueda venir para mí.
Así es como comienza mi aventura en Tipos Libres, caminando por las mañanas para llegar al estudio, topándome en ocasiones con César en el Oxxo cuando pasa por su pan, escuchando las pláticas de las chicas en el segundo piso, Pascual y Francis preguntándose si sacaron cita en la “fábrica de muñecos”, como le suele llamar coloquialmente César al gym, perteneciendo orgullosamente al Team Morenos, aunque luego digan que los traiciono, platicando a la hora de la comida acerca de temas que jamás se me hubieran ocurrido abordar, escuchando a Estela contar sus anécdotas de su día a día y esperando a que Omar toque la chicharra al final del día. Así se han vuelto mis semanas y, claro está, esto no lo iba a vivir enfrente de una computadora.
Ah, casi lo olvidaba, los jueves es el día en que nos visita Jax, nuestra mascota consentida; los viernes es día de desayunar todos juntos, toda una tradición en Tipos Libres, también de cumplir los deseos de Francis de lo que vamos a comer y, por último, de dar mi reporte a Eduardo de qué es lo que aprendí durante la semana.
He aprendido y he hecho un poco de todo, nunca imaginé que sería así, ni por la cabeza me cruzaba lo que he vivido hasta este momento, los Tipos me ayudan, me dan consejos, me enseñan su forma de trabajar y, cuando tengo que diseñar identidad, presento mi trabajo ante todos en el estudio, me dan sus opiniones, observaciones, detalles de lo que no me di cuenta e ideas que pueden mejorar más el diseño, toda un retroalimentación que a mí me gusta mucho recibir para saber si voy bien. No todo sale bien a la primera pero ahí es cuando tengo que replantear y analizar para ver cómo puedo mejorar.
Me tocó presentar propuesta ante un cliente, se imaginarán que me temblaba todo, estaba nerviosa y con el corazón latiendo fuertemente (espero que no se haya notado tanto), con todo y eso, tenía que olvidarme por un momento de mi nerviosismo y solo hablar con seguridad de mi trabajo, saber que les gustó lo que realicé es la satisfacción más bonita.
He vuelto a repasar cosas que ya se me estaban olvidando, he visto cómo los Tipos presentan ante el cliente, cómo venden el diseño, cómo se juntan para sacar entre todos la mejor idea y solución para los proyectos. Pero, como todo en esta vida, no es solamente lo bueno, también están los problemas que se presentan, las decepciones que te llevas con alguno que otro cliente y, sobre todo, lo más triste cuando los clientes no pagan. Sí, todo esto es aprendizaje, y repito: nada de esto lo estaría viviendo si mis prácticas hubieran sido en modo home office.
Esto me ha llevado a ver que el diseño es un montaña rusa para mí: primero estás sentada esperando a que arranque, te emocionas, en este caso con un nuevo proyecto pero, a la vez, tienes miedo, no sabes que va a pasar, a veces tienes la mente en blanco y cuando estás avanzando hacia la punta de la montaña la cabeza se inunda de preguntas, ¿estará bien lo que estoy haciendo?, ¿será que lo estoy haciendo mal?, ¿es buena o mala idea?, ¿cómo voy a resolver esta nueva tarea que me encargaron? Y ya estando en la punta y bajando a toda velocidad es cuando todo va tomando sentido, se van aclarando las ideas en tu cabeza y logras aterrizar lo que traías en la mente.
¿Superó mis expectativas esta experiencia? Sí, con decirles que no me imaginaba estar escribiendo para el blog de Tipos Libres, sé que me falta mucho por aprender pero algo de lo que sí estoy completamente segura es que estoy en el lugar y camino correcto.