Los sabios dicen que una imagen vale más que mil palabras. El lenguaje de las imágenes es más poderoso de lo que creemos, entendemos y hablamos todos. ¿Cuántas veces no hemos sido testigos de una imagen congelada en el espacio y que aún así logra trascender las paredes del tiempo?, se queda en nuestra mente y poco a poco se vuelve parte de nuestros pensamientos para después convertirse en las palabras que compartimos con nuestra familia, amigos y compañeros.
“El diseño no es necesario”, dicen algunos. Yo no lo creo, yo veo al diseño gráfico como a ese adolescente que todos hemos sido, aburrido de seguir las reglas de lo establecido. Es joven y ambicioso y, aunque muchos no lo crean, tiene la capacidad de desatar una revolución, no tan dramática como las que cuentan los libros de historia, ni tan violenta como las que vemos en películas, pero sin duda una muy poderosa: una revolución ideológica.
Desde tiempos antiguos los personajes disruptivos que se atrevían a ir en contra de lo estipulado eran silenciados por quienes controlaban el medio artístico, en cambio, había un lugar reservado en el mundo del arte para los nobles, los intelectuales, los aprobados por la Academia Real y los que estaban dispuestos a promover la ideología de las autoridades. Sin embargo, los ambiciosos son quienes logran el cambio social, la evolución ideológica y el origen de los nuevos movimientos.
Ródchenko en Rusia, retrata a “la musa de la Vanguardia Rusa” promocionando la lectura de libros, en ese entonces no se había vivido nada tan innovador y eficaz en publicidad, esta nueva forma de comunicación se extiende por el mundo entero para influir en la sociedad.
Uno de los orígenes del diseño gráfico se remonta al pintor, grabador e ilustrador Henri de Toulouse-Lautrec, un francés aburrido por la hipocresía de la burguesía que buscaba con su arte retratar la vida de los lugares despreciados por la sociedad parisina. Entre las obras más destacadas y trascendentales de Lautrec se encuentran sus famosos carteles que promocionaban la vida nocturna en Montmartre, los shows exóticos en el Moulin Rouge—un teatro dedicado al espectáculo erótico— y sus carteles promocionando las carreras ilegales de caballos.
Lautrec creía en la modernidad, presentía la llegada de una nueva era y por lo tanto entendía lo obsoleto y fugaz que se había vuelto el arte pictórico. Creía que existía algo más allá de la simple satisfacción de los ilustres y los nobles al poseer una obra reconocida en alguno de los infinitos cuartos de sus inmensos palacios. Sabía que el arte es intrascendente si es exclusivo y que en la participación de la sociedad se encontraba la clave para que una imagen cobrara vida.
Sus carteles comenzaron a replicarse y esto abrió las puertas al ciudadano común a un mundo antes distante e inalcanzable. Bien se sabe que la diversificación de perspectivas en los espacios artísticos es la única razón para concentrar obras en enormes edificios que hoy llamamos museos. Sin esta parte fundamental, no sólo el arte moriría, sino que la sociedad no estaría viva.
“…Diseñar es un acto social que instintivamente se apoya de diversas disciplinas y saberes para producir objetos/artefactos que afectan nuestra realidad, expresan y configuran nuestras relaciones con los ambientes, los mensajes y la vida en sociedad.” Palabras del Laboratorio para la Ciudad en su campaña ¿QUÉ ES DISEÑO PARA LA CIUDAD?
El diseño gráfico es, entonces, ese llamado a la sociedad a ser partícipes, pues es complicado visitar frecuentemente los museos y, aceptémoslo, es más difícil todavía analizar y criticar, no se diga entender el arte plástico. Y a pesar del tiempo que ha pasado, el arte aún sigue siendo reservado para una parte mínima de la población privilegiada.
Sin embargo, el diseño es social, responde a las necesidades y deseos humanos. Se encuentra en los rincones que cotidianamente visitamos y pasa desapercibido, está presente en lo que consumimos todos los días, es con lo que decidimos nutrir (o no) nuestro cuerpo y mente. Lo hallamos en los momentos de ocio y recreación a los que activamente concurrimos y disfrutamos sin reparo. El diseño no sólo funciona como un clasificador de nuestros hábitos y preferencias (como lo que decidimos comer, leer o comprar), también sirve como un traductor de nuestros pensamientos. Ese es el momento cuando todos nos convertimos en cómplices de lo que vemos, consumimos y compartimos.
Reconocer el poder de una imagen nos obliga a ser responsables con lo que creamos y promovemos. Eso que compartimos a la ligera en un post se convierte en nuestra realidad, sigilosamente se escabulle de nuestros pensamientos y podría empezar a hablar por nosotros. Incluso lo que llamamos memes, que se podría considerar la unidad de información mínima comunicada en forma cómica y que se viraliza por la réplica constante, los memes han adoptado su propia forma de comunicación gráfica y me atrevo a decir que han creado su propio lenguaje.
La sociedad está en constante cambio, con la ayuda de la tecnología actual un nuevo mañana está al alcance de nuestras manos. Somos protagonistas del cambio no sólo cuando creamos, sino cuando replicamos, compartimos y fomentamos la revolución ideológica. No por nada existen los llamados imagologos, expertos en el estudio de las imágenes y su capacidad de transformarse por sí solas en un nuevo significado.
Yo como estudiante de diseño, me he tropezado con esta concepción errónea de lo que el diseño realmente es y su verdadera función en la sociedad, esto repercute en la manera de ejecutarlo, de llevar a cabo cualquier manifestación gráfica. Entender el porqué se hace lo que se hace, para quién se hace, (más específico, por qué y para quién se diseña) es el punto clave del cuál se desenvuelven procesos y transformaciones que hacen de las imágenes una extensión más del ser humano. Yo no sabía nada de esto, ni porque al ser todavía estudiante mi principal objetivo es, vaya la redundancia, estudiar y aprender del diseño, hasta que, prepárense para el cliché que más odiamos escuchar (y que es más cierto), te topas con la “vida real”, con los clientes reales con necesidades y deseos reales. Te preguntas entonces ¿Cómo hago que sentimientos, características, deseos intangibles se vuelvan algo perceptible para la vista, entendible para la razón?
Estar en Tipos Libres, rodeada de las mentes maestras que llevan en sus manos este estudio, me abre una puerta mental que hasta ahora estuvo cerrada porque ni siquiera me había percatado de su existencia, esta posibilidad tan enorme de como diseñador ser un catalizador del cambio social, y contribuyendo un poco a las invaluables enseñanzas de mis maestros y compañeros (y amigos) de trabajo (que también se han convertido en mis maestros), también se vuelve catalizador aquel que consume/percibe el diseño.
“No cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista sí puede provenir de cualquier lugar.” Son las palabras del experto y crítico culinario M. Anton Ego. Coincido que, aunque no cualquiera puede cocinar ni diseñar, sí bien puede participar.
Muy buen Post la verdad, me gustó mucho actualizarme con el vocabulario de los Chavos con palabras como “ondeando”. 😀
Super buen artículo, me da mucho gusto que seas parte de nuestro estudio, vienes a complementarnos y darnos estos puntos de vista frescos.