Divagué bastante para poder centrarme en tan solo una idea para este artículo, así que considero indispensable reconocer la diferencia entre casualidades y causalidades antes de leerlo. Mi idea de la vida es que nada sucede al azar, todo tiene un porqué.
*Definiciones extraídas de (www.ellitoral.com)
Me parece prudente comenzar presentándome: soy Mireya González Espinosa, mejor conocida por estas oficinas como “Miye”, apodo con el que Ana, una de las Tipas de arriba, me bautizó. Tengo 23 años aunque mi cara no lo aparente, soy Tauro, estoy en mi último semestre de universidad estudiando la licenciatura en mercadotecnia y actualmente curso mis prácticas en Tipos Libres. Hobbies y demás no son necesarios para ponerse en contexto con el resto del artículo, así que por esta vez los omitiremos.
Siempre pensé que cuando saliera de la carrera estaría completamente preparada para el mundo laboral (digo, por algo estudié 4 años y medio), y wow con lo equivocada que estaba. En la universidad te enseñan la teoría y para mi suerte también mucha práctica, a pesar de eso, cuando tuve mi primer trabajo formal de mercadotecnia me di cuenta de que no sabía nada, o bueno eso pensé yo en mi nube de negatividad de aquel entonces. Ya había realizado un par de trabajos como freelancer, así que un poco de experiencia tenía, pero no era lo mismo. Mi primera campaña y estrategias de redes sociales fue a prueba y error… más error que nada, pero creo que se entiende el punto. Las realicé para un amigo que estaba emprendiendo un proyecto personal y, aunque en la universidad me enseñaron todo acerca de cómo segmentar, generar contenido, definir los canales y demás, nunca me enseñaron a lanzar una campaña en redes sociales y menos acorde a una serie de estrategias y objetivos a cumplir, así que hice todo lo que una buena millenial pudo haber hecho: busqué un tutorial en YouTube, unas cuantas decenas de tutoriales, debo aclarar. Me empapé de TODO lo que según yo debería de saber para lanzar una campaña y, lo que de plano no tenía ni idea, mi mente simplemente lo omitía.
Ahí fue cuando me cayó el veinte de que no importaba cuántas matrices del marketing me aprendiera, ni cuántas encuestas o estrategias hiciera para alguna de las decenas de empresas y proyectos ficticios que constituí a lo largo de mi carrera si no empezaba a aplicar las cosas en el mundo real, con clientes y problemas reales cuyos resultados terminaban en alguna clase de pérdida monetaria o peor, de tiempo. Con mis pocos años de vida y de experiencia decidí dejar de esperar a que las cosas simplemente pasaran por casualidad y empecé a crear mis propias causalidades, incursioné al mundo real en el campo laboral y personal, me dejé de tonterías y aprendí vía internet lo que creía no saber y terminé encontrando cosas que ni sabía que no sabía. Regresé a tener sesiones quincenales con mi psicóloga, inclusive por primera vez en mi vida comencé a hacer ejercicio de manera recurrente y a mejorar por mucho mi alimentación, poco a poco fui moldeando o fluyendo (aún no sé) con lo que quería para mi vida post universidad.
La mayoría de mis planes se tuvieron que ir reestructurando a medida que esta pandemia progresaba, lo que me lleva un poco al cómo llegué a Tipos Libres.
Siendo honesta, aplacé bastante la búsqueda de un sitio donde realizar mis prácticas ya que mi esperanza era que la situación del covid acabara en dos meses y todo regresara a la normalidad, cosa que claramente no pasó. Así que tarde pero seguro me di a la tarea de encontrar un lugar, mandé mi CV a un par empresas, aunque la mayoría de las vacantes publicadas se iban reduciendo a medida que este virus avanzaba. La fecha para entregar los formatos de prácticas se iba acercando cada vez más y mis opciones eran casi nulas, tenía un par de propuestas que se veían prometedoras en cuestión al nivel de aprendizaje y responsabilidad que podría obtener, pero algo no me terminaba de vibrar. Sentía que con cualquiera de esas opciones estaba conformándome con una u otra cosa. Distancia, horarios, modalidad, y hasta el aura de las mismas personas que me habían entrevistado se convirtieron en variables a tomar en cuenta.
Era un miércoles cuando reflexionaba en esto y para el viernes de esa misma semana ya debía de tomar una decisión o me pasaría como el perro de las dos tortas y me quedaría sin nada. No soy de revisar la carpeta de correos “no deseados” ya que usualmente está repleta de propaganda que no es de mi interés, aunque ese día por causalidades de la vida algo me hizo revisarla y oh sorpresa cuando vi un correo de una tal Montse Vásquez en el que decía que estaba en busca de una practicante de mercadotecnia. Sin mucho contexto de la empresa más que el nombre y mucho menos de qué actividades emplearía en el caso de asumir la vacante decidí verlo como un rayito de esperanza. Inmediatamente después de ver el correo le mandé mensaje al número que me había indicado y minutos después me contestó para cuadrar la entrevista vía Zoom. Al día siguiente, apenas terminé la video llamada, sabía y confiaba en que esta oportunidad era la buena y más al enterarme que me quedaba a 1.1 km de distancia de mi casa. El viernes siguiente Mon por fin me confirmó que, en efecto, estaría formando parte de Tipos Libres y 10 días después ya estaba pisando por primera vez las oficinas.
Al principio me costó un poco aprenderme los nombres y admitiré que hasta tuve que recurrir a realizar un croquis para poder unir el nombre con la cara correcta (en especial cuando se trataba de diferenciar entre los dos Césares), en verdad ha sido una de las experiencias más agradables conocer a cada personaje de este lugar.
*Anexo evidencia del croquis
Ahora mis días transcurren trabajando, aprendiendo y platicando principalmente con las Tipas de arriba, escuchando un sinfín de playlists creadas con motivos bastante peculiares, derritiéndome de ternura cada que veo a Jax (la labradora más consentida y simpática que haya conocido), desayunando los viernes todos juntos mientras los demás Tipos comparten una larga lista de excelentes recomendaciones de películas y series que yo sigo y sigo añadiendo a mi propia lista.
Con respecto a lo personal y compartiéndoles mi gran gusto por escribir, un día, por otras causalidades de la vida, hace aproximadamente año y medio terminé formando parte de una convocatoria de jóvenes escritores, cuya procedencia hasta el día de hoy es un tanto dudosa, en la que mandabas una selección de las obras preferidas de tu autoría y, si al equipo de la de la convocatoria le parecían remotamente buenas, te aceptaban y comenzabas el proceso de llenar formatos, requisitos y demás. Total, hice todo y unos 3 meses después me llegaron dos copias del libro en donde estaban mis primeros escritos impresos y publicados por una editorial, obviamente me sentí soñadísima y más por la forma tan abrupta en la que todo sucedió.
*Mi primera página
Hay un poeta cubano, José Martí, que dice que hay tres cosas que cada persona debería de hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro…
El tema del árbol lo tengo resuelto desde que era niña, los hijos son todo un dilema que hasta dentro de unos 7 años estaré dispuesta a contemplar y lo último, bueno, no será un libro completo, pero ya estoy a una página menos de conseguirlo.
Mientras tanto disfruto de mis días en Tipos Libres y de lo poco que me queda de mi vida universitaria, ansiosa de lo que depararán las causalidades de mañana.